En la sociedad de hoy en día, observamos que, a pesar de estar constantemente conectados a través de las redes sociales, las relaciones de amor y amistad se volvieron más frágiles y efímeras. Vivimos en una época que fomenta la conexión continua, pero, al mismo tiempo, disponemos de menos tiempo y capacidad para construir vínculos genuinos.
Y ante la dificultad de formar relaciones sólidas, surge la pregunta: ¿qué se celebra realmente en el “Día del Amor”, ¿conocido como San Valentín?
Si bien el significado de esta fecha ha evolucionado con el tiempo, alejándose gradualmente de la idea tradicional de celebrar únicamente el amor entre parejas, la concepción del amor romántico sigue vigente y, de hecho, parece que cada vez se pide más a las relaciones y se toleran peor los conflictos.
Actualmente, vivimos en una sociedad individualista, donde la idea de ceder espacio al otro se percibe como una amenaza a nuestra autonomía o libertad personal. En un mundo saturado de opciones, donde la inmediatez y la gratificación instantánea se han convertido en normas, el esfuerzo necesario para construir una relación auténtica parece más un obstáculo que una oportunidad.
Esta tendencia no solo afecta las relaciones amorosas, sino también la forma en que nos vinculamos con los demás en general. La conexión genuina requiere tiempo, dedicación y, sobre todo, la disposición de aceptar y comprender las imperfecciones del otro, algo que, cada vez, parece quedar más en segundo plano frente a la búsqueda de una vida «perfecta» y sin complicaciones.
Las redes sociales, por su parte, juegan un papel clave en esta dinámica. Aunque nos permiten estar más conectados que nunca, también nos ofrecen una versión filtrada de la realidad. Los consejos sobre relaciones sanas que circulan en estos espacios suelen centrarse en ideales de perfección, donde no hay cabida para los desacuerdos, los momentos incómodos o las diferencias.
Las relaciones se presentan como algo idealizado, donde la armonía es la norma y los conflictos son la excepción. Sin embargo, la realidad de cualquier vínculo humano es mucho más compleja y requiere paciencia, esfuerzo y, a veces, sacrificios para superar las dificultades que surgen.
En este contexto, las aplicaciones de citas también han contribuido a crear una cultura de «todo o nada», en la que las personas, al estar expuestas a una amplia gama de opciones, tienden a ser más selectivas y a rechazar cualquier señal de imperfección.
Cada perfil en una aplicación de citas solo muestra lo que se considera más atractivo o aceptable, lo que dificulta la creación de una conexión genuina. En lugar de fomentar la autenticidad, estos filtros tienden a crear expectativas poco realistas sobre lo que una relación significa. Encontrándonos cada vez más frustración e imposibilidad para relacionarnos.
Por otro lado, la cultura de la «descartabilidad» parece estar ganando terreno. Si algo en una relación no cumple con las expectativas, ya sea en el ámbito romántico o en el social, la tendencia es decir adiós de inmediato.
Esta actitud se ve reflejada no solo en el ámbito de las citas, sino también en las amistades y otros vínculos. La capacidad de resolver conflictos, de ser tolerante y de comprometerse con los demás parece estar siendo sustituida por la idea de que siempre podemos encontrar algo mejor o más conveniente.
Este fenómeno nos invita a reflexionar sobre el concepto de amor y amistad en tiempos modernos. Si bien la individualidad y la autonomía son valores importantes, también lo es la capacidad de construir relaciones profundas y significativas. Las relaciones genuinas requieren tiempo, vulnerabilidad y el coraje de aceptar tanto lo bueno como lo imperfecto en el otro.
Parece que la constante búsqueda de la perfección, junto con la cultura de la inmediatez y la descartabilidad, está afectando profundamente la calidad de nuestras relaciones.
Sería importante redescubrir que una relación verdadera no se basa en encontrar a alguien que cumpla con expectativas ideales, sino en construir, a lo largo del tiempo, un vínculo auténtico capaz de afrontar las dificultades y aprender con ellas.
Laura de Blas, psicóloga Clínica en Psicólogos Retiro