¿Cómo está afectando a los más pequeños la situación de Pandemia?

adminInfantojuvenil

Hoy queremos hablar de un hecho, que nos estamos encontrando en consulta. Se ha disparado la demanda de niños con problemas tras el periodo de confinamiento y la llegada de la “nueva normalidad”, con su vuelta a la “rutina”.

Observas que… ¿A tus hijos/as les cuesta dormir? ¿Tienen pesadillas? ¿Pasan de estar muy contentos, a enfadados o tristes? ¿Presenta algún tipo de tic nervioso? ¿Ha vuelto a hacerse pis en la cama? ¿Os demanda mucha atención? ¿Está más irritable o desobediente?

Estos son algunos de los síntomas que estamos viendo, es decir, el motivo por el que están acudiendo suele ser por miedos, pesadillas, rabietas, insomnio, tics nerviosos, irritabilidad, cambios en el estado de humor muy pronunciados, desde estar muy excitados y alegres a la tristeza más profunda, retrocesos en los procesos evolutivos…

Por lo que podemos afirmar que esta situación está pasando factura a la salud mental de los más pequeños de la casa. Es normal, están sufriendo mucho estrés sin que tengan las herramientas necesarias como para poder gestionarlo. En muy poco tiempo, han tenido que adaptarse a situaciones para las que ni los adultos estábamos preparados, ni la esperábamos. Para las mamas y papas ya fue un gran reto explicarles por qué no podíamos salir de casa, pero ahora aumenta con la necesidad de que comprendan, que ahora que pueden salir, debe ser con unas condiciones especiales.

Tanto el periodo de confinamiento como la propia pandemia, está afectando a muchas áreas del desarrollo en la primera infancia, que comprendería hasta los 7 años, dado que interfiere tanto en el movimiento, en el juego, en el aprendizaje como en las relaciones sociales. Cómo sabemos, en su desarrollo van adquiriendo conocimientos, estrategias, habilidades y experiencias que propician el crecimiento personal y emocional. Por ello, está situación de estrés les afecta más a ellos, dado que no han adquirido dichas habilidades básicas para gestionar sus emociones. De ahí, que aparezcan miedos, rabietas, pesadillas, cambios de humor, es la manera que tienen de expresar esas emociones y, en especial, el estrés.  

Durante muchos meses, no han podido estar en contacto con sus iguales, ni con los profesores, no han podido salir al parque ni a jugar ni a correr, con el cambio de sus rutinas. Todo ello sin saber muy bien que pasa, con miedo por la tensión que ven en casa, con papas y mamas que han podido tener un familiar enfermo o han podido perder el trabajo o teletrabajar con altos niveles de estrés, preocupados por la enfermedad, por la situación laboral, económica. Por lo tanto, han tenido que cambiar las dinámicas familiares adaptándose, día a día, por los cambios, creando una nueva forma de convivir, convirtiendo la casa en escuela y oficina. Por lo que es normal, que estén sufriendo frustración, estrés, ansiedad, que no son capaces de gestionar.

Aún no hay estudios claros de cuál será el impacto, ya que es una situación nueva, pero si existen estudios previos sobre el impacto del aislamiento, tras desastres o catástrofes naturales, donde se puede ver que hay una probabilidad cuatro veces más alta de estrés postraumático. Este diagnóstico no puede valorarse hasta pasados los 4 meses de exposición a dicha situación. No obstante, las reacciones que estamos viendo en consulta son fruto de un estrés agudo, de ahí que veamos los problemas del sueño, tics, miedos, regresiones como hacerse pis encima o no querer comer solos, irritabilidad, desobediencia o, que estén, mucho más demandantes de las personas que viven con ellos.

Es fundamental poder apoyarles y contenerlos, es clave poder generar rutinas, pero es más importante no ser rígidos, ya que ni los adultos sabemos qué puede pasar, de ahí que es imprescindible la paciencia y ser un poquito más flexibles. Se está observando que hay días que están tristes o enfadados sin ningún motivo aparente, por lo que hay que saber cómo podemos acercarnos, puede ser con una conversación, un abrazo, hacerles su comida favorita, ver una serie o una película favorita, todo con el objetivo de que puedan ver que los adultos están ahí, a su lado y que están pasando por dicha situación juntos, siendo algo transitorio que pasará, no es momento de crear normas si no de acompañarles a que aprendan a gestionar el estrés propio de la situación.

Para poder paliar un poco dichos síntomas, cómo acabamos de comentar, es necesario estructurar sus días con rutinas, ya que, a todos saber lo que tenemos que hacer nos hace sentirnos más seguros. Podemos ofrecerles actividades e involucrarles en ellas, en especial, alguna que les ayude a descargar emocionalmente, como correr o saltar. Hablarles con seguridad y normalidad de lo que está pasando, no es bueno ocultarles información, sino adaptar el lenguaje y darles toda la información que nos soliciten. Hablar de los miedos que tengan, de la tristeza por no poder abrazar a amigos, desde la empatía, dándoles tranquilidad y esperanza.

Debemos demostrarles cariño, suplir el contacto físico, ya que no pueden tenerlo ni con amigos ni con familiares, por medio, de abrazos y besos. Podemos dedicar unos minutos a relajarnos, lo recomendable, es poder hacerlo antes de dormir. Por último, otra estrategia, que nos puede ayudar a comprenderle mejor es pedirles que escriban o dibujen lo que piensan y sienten, ya que, por medio del dibujo, sobre todo, los más pequeños, se suelen expresar mejor.

Hay que tener en cuenta que, como nos ocurre a nosotros, no todos los pequeños lo están viviendo igual. La edad es un factor clave. Hasta los dos años depende mucho de cómo lo están gestionando los adultos, sin embargo, a partir de esa edad ya depende más del niño o niña, de su capacidad de adaptarse, enfrentarse, es decir, de su resiliencia y de que sientan un entorno seguro y estable, hecho, que en esta situación a veces no es fácil de conseguir.

Todo lo que vivimos, nuestras experiencias y situaciones, van modificando nuestra estructura cerebral, teniendo repercusiones en nuestra salud mental a largo plazo, por ello, en el punto en el que estamos, también es muy importante poder ayudarles a digerir y colocar todo lo que ha pasado. Si observáis cualquier sintomatología, no dudéis en solicitar información y ayuda.

Noemí Gutiérrez Serrano (M-26735)

Experta en terapia familiar sistémica, con especialidad en psicología clínica y de la salud.