El contacto físico es una necesidad biológica para los seres humanos

adminAdultos, Infantojuvenil, ParejasDéjanos un Comentario

Uno de los mayores cambios que hemos sufrido a raíz de la pandemia se observa en la forma de relacionarnos, debido principalmente al distanciamiento social, que aunque era necesario para tratar de evitar la propagación del virus, también ha traído consecuencias negativas a nivel emocional. Principalmente durante el confinamiento, pero también en la “nueva normalidad” se redujo el contacto con los demás hasta hacerse casi nulo, y ahora que poco a poco empezamos a recuperar hábitos y situaciones sociales con cierta normalidad, se puede º

Primero vamos a resaltar los beneficios del contacto físico. Esto se observa por ejemplo en un abrazo, cuando abrazamos a alguien o recibimos un abrazo nuestro cuerpo segrega endorfinas, una de las sustancias que producimos para aliviar el dolor y que también está relacionada con el bienestar emocional. Muchos estudios señalan que el contacto físico tiene beneficios para la salud porque disminuye la sensación de dolor físico, fortalece el sistema inmunitario, aumenta las probabilidades de supervivencia en bebes prematuros, etc. Pero además, desde el punto de vista psicológico, ayuda a una correcta regulación emocional, disminuye la sensación de soledad, puede reducir síntomas de ansiedad y depresión, aumentar la sensación de pertenencia al grupo…

Es decir, parece que el habernos visto privados de contacto físico con nuestros seres queridos podría llegar a generar sensaciones de malestar y dificultades emocionales. Sin embargo, hay muchas personas que están experimentando malestar precisamente por lo contrario, por tener que retomar (o anticipar) situaciones en las que ese contacto se va a normalizar de nuevo. Este miedo tiene nombre, hafefobia, y aunque ya se conocía de antes, era muy infrecuente; sin embargo a raíz de la pandemia se ha potenciado. Se trata de un miedo irracional a tocar o ser tocado por algo o alguien y al estar expuesto constantemente a la situación temida (por ejemplo tocar el botón del ascensor, abrir puertas, saludar con dos besos o apretón de manos, etc.), tiene un impacto muy grande en la vida de la persona y se puede llegar a generar un nivel de ansiedad muy alto, que suele acabar generando la evitación de situaciones temidas. Esto tiene gran impacto en la vida de la persona y habitualmente conlleva una reducción de situaciones sociales, familiares, laborales… y en casos extremo hasta aislamiento.

¿Cómo podemos gestionar este miedo o malestar si es una persona cercana quien lo está experimentando? Podemos tratar de acompañar a la persona en su proceso de toma de conciencia, superación del miedo o incluso proponiendo retos o tratando de generar estrategias que le ayuden a superar la situación temida; pero siempre respetando los tiempos necesarios y los límites que la persona puede soportar. Algunas pautas básicas pueden ser:

  • Empatizar, escuchar y tratar de entender los miedos y sensaciones que está experimentando la persona que teme el contacto físico.
  • En paralelo, expresarle los beneficios del contacto físico vistos anteriormente y tratar de contrarrestar posibles mitos e ideas erróneas desencadenadas por ese miedo irracional y por la sobreexposición a la información que hemos vivido.
  • Hasta que la persona esté preparada podemos empezar expresando con palabras los sentimientos e impulsos cariñosos. 
  • También podemos identificar la emoción y las sensaciones que se producen al imaginar que se da un abrazo a otra persona, y si es posible expresárselo, para generar ganas de retomar el contacto.
  • Valorar la información que se transmite a través de miradas y de la sonrisa, nos dan muchas pistas sobre cómo se sienta la otra persona y esto también resulta beneficioso para la salud emocional
  • Fantasear y anticipar situaciones sociales futuras en las que haya contacto, pero tratando de generar expectativas positivas y sensación de seguridad ante dicha situación. Con ellos buscamos romper la asociación contacto físico-peligro poco a poco.

¿Y si somos nosotros quienes experimentamos dicho miedo o malestar? Además de todo lo anterior, podemos también:

  • Tratar de identificar el origen del problema y las consecuencias que produce en el día a día.
  • Analizar la sensaciones ante la situación temida, qué emociones y pensamientos aparecen cuando evitamos dicha situación; porque aunque en un primer momento se puede experimentar alivio inmediato, dicha evitación también conlleva la pérdida de reforzadores que también necesitamos en nuestro día a día (contacto social, ocio, distracción…). Los seres humanos somos muy sociales, y el contacto físico suele estar muy presente en la parte social; si suprimimos lo segundo por miedo a lo primero, estamos experimentando la pérdida de algo necesario para nuestro bienestar.
  • Hacer una lista de las cosas que se evitan o se han dejado de hacer por miedo, y tratar de exponernos a ellas de manera gradual, respetando los tiempos y medidas necesarias para lograr un equilibrio entre afrontar la situación temida y el bienestar físico-emocional.

En conclusión, aunque la mayoría de las personas han retomado o están retomando las situaciones sociales y el consecuente contacto físico con normalidad y están experimentando los beneficios que se deriva de ello; si percibes que tanto tú como alguien de tu entorno está sufriendo por cómo gestionar esta situación, se recomienda acudir a un profesional que pueda valorar y ayudar a enfrentar la situación temida.

Es decir, si te has sentido identificado con este post o crees haber reconocido a alguien en él y no sabes cómo ayudarte o ayudarle, os invitamos a que os pongáis en contacto con nosotras y desde Psicólogos Retiro estaremos encantada de ayudarte.

Laura Goñi Pérez

Nº colegiada: M-27776

Psicóloga con habilitación sanitaria

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