¿Cómo podemos afrontar estas fiestas? ¿Qué implica no reunirnos y cómo podemos paliar los problemas y síntomas asociados?
Lo más significativo de este año es la enorme acumulación de desafíos que estamos viviendo, desde marzo todo ha sido una prueba y una adaptación constante. Por ello, las fiestas navideñas no van a ser menos. Entre las restricciones, las pérdidas y el no poder reunirnos con nuestros familiares o seres queridos no nos queda otra alternativa que reinventarnos.
Hasta el momento, todo lo que sabemos, nos sugiere que el COVID será el Grinch de la Navidad. Hay que mencionar que el problema reside en que para la gran mayoría de personas y a nivel social, la Navidad es sinónimo de época familiar.
Todas estas circunstancias que están envolviendo esta festividad nos traen tristeza, ansiedad, enfado, rabia, confusión, incertidumbre entre otras muchas emociones. ¿Por qué? Porque, durante este año, hemos teniendo muchas pérdidas, pero ya no sólo de personas, sino también de rituales, proyectos, trabajo, rutinas, expectativas… Y estas navidades se suman a la pérdida de proyectos, rituales, rutinas y expectativas, con la dificultad de encima no poder juntarnos o estar a lado de nuestros seres queridos, sumando una pérdida más y recordándonos, de nuevo, esa sensación tan característica que llevamos viviendo muchos meses, que es el aislamiento. ¡Nos falta cercanía y muchos besos y abrazos!
Por ello, es de suma importancia evaluar como nos ha cambiado la vida y aceptar nuestros sentimientos. Hay que aceptar que esta es la realidad en este momento y tenemos que permitirnos sentirnos así. Además, otro de los grandes problemas son las demandas que nos imponemos en estas fechas, dado que tienen que ser cómo “siempre”. Y esto sólo nos provoca malestar, ansiedad y tristeza. Es importante identificar esas ideas, esas demandas, esas expectativas, en definitiva, por qué es tan importante, para mí, que todo sea cómo siempre y evaluar el significado de las Navidades de cada persona. Y, tras ello valorar, si en las circunstancias y condiciones en las que estamos, son realistas o no y, verdaderamente, merece la pena.
El objetivo de este año es poder ajustar las demandas y las expectativas para prepararnos mentalmente y aceptar que muchas cosas no van a salir como deseamos. Vamos a aceptar y a internalizar que esta temporada será muy diferente a las que estamos acostumbrados. Cuando esperamos algo, nos sentimos resentidos, ofendidos, tristes, rabiosos y con mucha impotencia si no lo podemos cumplir. Este hecho, forma parte de la esencia humana. Es decir, tener ilusiones, proyectos y expectativas, es tremendamente adaptativo y saludable, pero es muy importante ser realistas con el fin de poder hacer las paces con la realidad, tan dura, que estamos viviendo.
Vamos a ser prácticos, pensemos en un nuevo plan para estas Navidades. De esta forma, volvemos a tomar el control y seremos nosotros los que decidiremos que no podremos hacer y qué actividades si podremos hacer. Vamos a tratar de no resignarnos y tomar el control y las riendas de nuestra vida. Es decir, tratemos, dentro de las limitaciones, de reinventarnos y adaptarnos. Vamos a hacer un repaso de nuestras navidades pasadas y a identificar que rituales y actividades podemos hacer este año con las personas que nos juntemos. Pensemos en el significado que tiene para nosotros este encuentro y vamos a valorar cómo podemos reproducirlo este año, sin nuestros seres queridos, en la misma sala.
Es decir, tengamos en cuenta que rituales podemos cambiar y cuáles pierden el significado si los alteramos. Si alguno de los rituales que solemos hacer pierde sentido con menos personas, pues no lo realizaremos o podemos crear uno nuevo. También, podemos tratar de generar esos rituales de forma distinta, contactando con las personas que este año no estarán con nosotros en la mesa, de forma creativa, con la finalidad de que sintamos esa cercanía y poder cumplir el significado de estas fiestas… Comámonos la cabeza, pensando, cómo podemos incluirlos o como podemos convertirlos en parte de nuestras fiestas este año, que nuevos rituales puedo hacer en conjunto, etc., para sentir la esencia de la Navidad.
En definitiva, en lugar de centrarnos en lo que no podemos controlar, vamos a tratar de enfocarnos en lo que podemos controlar. Lo importante, de este año, es crear nuevos recuerdos y no quedarnos todas las fiestas en “lo que pudo haber sido y no fue”, “en lo felices que éramos el año pasado” o en lo que nos falta. El COVID no va a desaparecer de nuestra vida de la noche a la mañana, por lo que es importante, ser creativos y adaptarnos, dado que, por el bien de todos, es muy importante ser responsable para poder cuidar de nuestra salud y la de los demás y no volver a situaciones pasadas, por falta de concienciación o querer, a toda costa, que las cosas sucedan como antes.
Además, a estas alturas, estamos agotados y fatigados emocionalmente. Aunque no sea lo que queremos y jamás habríamos consentido, vamos a tratar de aprovechar esta situación y enfocarnos en lo que podemos hacer con los recursos que tenemos. Vamos a eliminar actividades y relaciones que nos sobrecarguen y nos estresen más. Vamos a permitirnos decir que no sin sentirnos culpables, dado que ese decir NO, a día de hoy, es la forma de poder protegernos y cuidarnos, a la vez que protegemos y cuidamos al resto. Hay que reconocer que, por regla general, estas fiestas siempre causan estrés, por lo que en la actualidad es vital poder sacar tiempo para nosotros y poder recargarnos.
Y, por último, que no nos de vergüenza, pidamos ayuda, puede ser a amigos, familiares, personas importantes o a un experto en salud mental. Hablar sobre nuestros sentimientos y posibles opciones, puede ayudarnos a reducir la incertidumbre, tristeza, importancia, rabia y ansiedad durante esta época del año y a sentirnos más unidos. Es una oportunidad para sacar todos nuestros recursos y verlo como una oportunidad más de poder generar más destrezas que afrontamiento. Por unas nuevas navidades, en las que podamos sobrevivir. Cuidemos nuestra salud mental y no nos empeñemos en cosas que no se ajustan, a día de hoy, a la realidad y nos pueden generar muchas más consecuencias negativas, a la larga, que positivas.
Noemí Gutiérrez Serrano (M-26735)
Psicóloga con especialidad en Salud y Clínica.
Experta en Terapia Familiar Sistémica