En estas fechas en las que estamos siempre hacemos un balance del año anterior y nos proponemos determinados objetivos para el año siguiente. Actividades, hábitos, metas, aspiraciones que, o bien, no cumplimos el año que dejamos atrás o que hemos decido que ha llegado la hora de ponerlos en marcha. Para enero siempre tenemos una lista, sin fin, de cosas que nos gustaría hacer como dejar de fumar, apuntarme al gimnasio, andar un ratito todos los días, mejorar los hábitos de alimentación o hacer dieta, realizar cursos o actividades, cambiar la rutina que tenemos…
Pero… la realidad es que, normalmente, se quedan sólo en eso… propósitos con los que comenzamos el año y que, al final, no llegamos a mantener en el tiempo. ¿Por qué? Hay que tener muy claro que nuestra vida es un periodo de tiempo durante el cual podemos hacer multitud de cosas. Si bien, es cierto que el número de actividades que podemos hacer es limitado y más en la época en la que vivimos, por lo que, evidentemente, no resulta posible hacer todo lo que desearíamos.
Antes de proponerte y tomarte en serio los propósitos para el año 2020, ten en cuenta que hay que decidir a qué vamos a dedicar el tiempo del que disponemos. Con frecuencia, nos cargamos con demasiadas tareas para realizar a la vez. Esto suele deberse a que nos sentimos responsables, personalmente, de todo y a querer hacer las cosas de manera perfecta. ¡Ya que me pongo, me pongo bien! Esta sobrecarga, al final, genera tensión y preocupación por no poder hacer todo lo que uno se había propuesto.
Todos conocemos el famoso dicho de que “el tiempo es oro”, que refleja esta realidad. Nuestro lenguaje habitual no puede ser más claro en la consideración del tiempo como si fuera un valor económico, es decir, cómo si se tratará de dinero, pues como tal lo podemos gastar, aprovechar, perder, ganar, ahorrar, invertir, etc., pero parece que, como sucede con el dinero frecuentemente andamos escasos, considerando que sería conveniente tener más horas por día, más días por año, más años por vida y, por qué no, más vidas.
Este hecho es el que suele llevarnos a no realizar lo propuesto, tenemos una falta de tiempo y consideramos que para el esfuerzo que me lleva mantenerlos malgasto el poco tiempo del que dispongo. Por lo que al final… dejamos de hacerlos y nos resignamos a seguir como estábamos. Haríamos muchas cosas que nos parecen interesantes y que mejorarían nuestra calidad de vida… ¡¡Si tuviéramos tiempo!! Lo que suele quedar, tras esta exclamación, es cierta sensación de malestar que se repite de año en año.
Tras reflejar este hecho, podemos observar que lo que falla es una ¡buena organización del tiempo! Con sus respectivas consecuencias cómo son: precipitarnos a la hora de realizar las cosas o tomar decisiones, una duda permanente entre alternativas lo que lleva a postergar su realización, una sensación de fatiga o apatía tras muchas horas de actividad que, al final, evaluamos como no productiva, un incumplimiento constante de compromisos, la sensación de vivir desbordado por las demandas del ambiente y, por último y no menos importante, la sensación de estar siempre obligado a hacer lo que uno no desea.
Por lo tanto… aprendamos a organizarnos para poder cumplir todos nuestros propósitos. Esto… ¿Qué significa?
- Tiempo = serie ilimitada de decisiones.
- Administrar el tiempo = establecer prioridades.
Es decir, decidir a qué se va a dedicar el tiempo disponible, basándonos en la importancia o valor que damos a cada tarea o actividad propuesta. Esta importancia viene determinada por nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo. ¡¡No permitamos que este año se queden en propósitos!! ¡¡Vamos a establecer prioridades realistas, con submetas, que podamos ir cumpliendo a lo largo del año y no tratar de cumplirlas según comienza el 2020!!
Noemí Gutiérrez Serrano (Nº col.: M.26735) Psicóloga con especialidad en Salud y Clínica.