Arrancamos desde el punto en que nos quedamos en el artículo “Límites en la adolescencia ¿y ahora qué?”, en el que añadíamos a los hitos evolutivos algunas claves para evitar o prevenir conflictos con adolescentes.
Qué pasa si ya tenemos conflictos y nos encontramos, más o menos, ante una guerra abierta con el o la adolescente con que convivimos.
Lo primero es tener claro que en este tipo de guerra si bien padres, madres o responsables parece que tienen el poder también tienen todas las de perder. Aunque resulta paradójico la capacidad de hacer daño de los y las adolescentes es mucho mayor.
De hecho ni siquiera tienen que atacar a otras personas para generar dolor, van a hacerse daño a sí mismos y mismas para dañar a las personas responsables que tenga alrededor. El rendimiento académico caerá en picado, aparecerá el consumo de drogas, realizará conductas de riesgo poniendo en peligro su vida, se producirán actos delictivos, etc.
Solo siendo muy conscientes de este hecho nos situaremos en el punto de partida de la negociación necesaria para alcanzar la paz, que casi con total seguridad, no obtendremos de otro modo.
Una vez orientados y orientadas a negociar la paz hay diversas claves a tener en cuenta para alcanzar el éxito:
- Elegir bien las batallas: En general cuando nos encontramos con un clima familiar de elevado conflicto no es una o dos las situaciones que disparan la escalada de los gritos y discusiones; si no que existen multitud de frentes abiertos y prácticamente todo lo que sucede, de un lado o de otro, genera conflicto.
Es fundamental concentrar las energías en uno o dos frentes olvidándonos del resto, para ir generando poco a poco cambios en algunos ámbitos. Tratar de abarcarlo todo está abocado al fracaso.
- Bajar la activación: Con la multitud de frentes abiertos el nivel de hostilidad en casa suele ser altísimo. Llegando a parecer que el conflicto lo es todo y no hay ningún punto de unión entre ciertas personas de la familia. Esto no es real, hay que tener cuidado para que las discusiones no eclipsen toda la relación familiar.
Será recomendable encontrar momentos o lugares en los que poder olvidarse de las peleas y compartir tiempo de familia. Evadiéndonos un poco de la situación general descenderá la activación y podremos sentarnos a negociar.
- Empezar por las pequeñas cosas: Podemos aprovechar que prácticamente todo genera conflicto para centrar nuestra atención y energías en aquellas que sean fáciles y no nucleares
Es mucho más sencillo ir introduciendo cambios en situaciones de pequeño conflicto que generarán inercia para abordar los conflictos más enconados y complicados.
- Negociar: Si bien padres, madres o personas responsables tienen que tener la última palabra ya que estas relaciones son por definición asimétricas, llegando a la adolescencia no es que sea recomendable, es necesario acordar cosas. Recordemos que la autonomía era uno de los grandes hitos de esta etapa y debemos confiar en su capacidad para reflexionar y hacer las cosas a su modo.
Por medio de la negociación conseguiremos encajar su autonomía y forma personal de hacer con las normas de la familia, generando así tratos compartidos por ambas partes.
- Ceder la responsabilidad: Ya hemos mencionado en otros artículos que la responsabilidad es incómoda, mientras le preocupe a otra persona no la tomamos.
En esos acuerdos y tratos que alcancemos hay que especificar que tanto la responsabilidad como los privilegios van unidos y recaen sobre la persona.
- No enfadarse: Es natural que cuando se incumplen las normas nos enfademos y generemos discusiones muchas veces debido a que nos lo tomamos como afronta personal. En general cuando las normas o límites son saltados tiene más que ver con la obtención de recompensas que con fastidiar a nadie.
Teniendo eso en cuenta nuestro papel debe ser aplicar las consecuencias pactadas en los acuerdos y normas de forma tranquila y calmada. La responsabilidad es suya y las consecuencias también.
Dándonos cuenta de algunas cosas, cambiando ciertos puntos de vista y generando pequeños cambios podemos alcanzar un clima que en medio de la guerra no podemos ni imaginar. Con constancia, reflexión y acuerdo iremos consiguiendo encajar en la dinámica familiar para alcanzar un nuevo equilibrio en la necesaria paz.
Y como siempre, si hay dudas o dificultades no dudar en ponerse en contacto con profesionales que podrán orientar y facilitar el cambio antes de que el conflicto se consolide.