Ha llegado el ansiado momento, ¡Vacaciones! Empieza el trajín de buscar destino, encontrar la oferta perfecta, pero ¿Cómo vamos?, ¿coche, bus, avión…? Yo quiero playa. ¡Pues yo montaña! ¡Déjate nos vamos al pueblo y apañado!…
Todo eso está fantástico pero… ¿Qué hacemos mientras los y las peques tienen vacaciones pero las personas adultas no?
Esas semanas en las que los trabajos continúan mientras los coles ya han cerrado dan más de un quebradero de cabeza a aquellas personas con menores a su cargo.
Malamente empezamos el verano si además del insoportable calor tenemos que encontrar la ansiada solución para ver qué hacemos con niños y niñas.
Podemos tirar de las soluciones más típicas y habituales. La primera recurrir a esos abuelos y abuelas para que cuiden de nuestros retoños siempre que bien puedan por disponibilidad o bien quieran renunciar a sus vacaciones. Fomentaremos de forma muy positiva esa relación intergeneracional abuelos/abuelas – nietos/nietas, mientras generamos tejido de familia, transmitiendo otras formas de entretenerse y disfrutar del momento.
Los campamentos de verano también son muy socorridos a la hora de tratar de conciliar la vida personal y profesional. Tienen el extra añadido de que nuestro hijo o hija estará relacionándose con más menores de su edad, realizando actividades y deporte (según permita aquel insoportable calor que ya mencionábamos); y escapando, al menos en parte, de estar enganchado a las consolas, móviles u ordenadores. Ahora bien, tampoco están al alcance de todos los bolsillos.
Por otro lado, si nos encontramos ante niños y niñas que no son tan peques también podemos optar por que se queden en casa. Ahora bien, siempre es recomendable instaurar alguna rutina. Estamos de vacaciones claro que sí, nos hemos ganado este tiempo con nuestro esfuerzo, estudiando, aprobando todo y es el momento de pasar un buen rato y que las normas y límites se relajen un poco.
Ahí está la clave en “un poco”. Esto significa que debería seguir habiendo responsabilidades y tareas, ya sean escolares, del hogar o de ambas; y no que de repente vale todo y puedo hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera.
Mantener las rutinas y tareas que se llevan a cabo por niños y niñas durante el curso, como recoger su cuarto, poner la mesa, lavar dientes, estudiar etc. además de dar continuidad a la experiencia vital, ayudan a seguir adquiriendo autonomía y responsabilidad, pilares de la educación.
Debido a que los horarios no están tan constreñidos, ajustados al segundo para llegar corriendo del cole a la clase de reciclArte o baloncesto, vuelta a casa, deberes, cena y a dormir; es un momento fantástico para enseñar a niños y niñas a administrarse los tiempos y organizarse las distintas tareas y actividades a realizar a lo largo del día.
Ser capaces de ceder la responsabilidad a la hora de decidir en qué momento hacer que cosa para que dé tiempo a todo, y sin que aquellas tareas menos agradables se queden sin hacer es un buen ejercicio para llevar a cabo ahora durante los meses de verano, y que irán generando tolerancia a la frustración a la vez que habilidades de planificación, demora de la gratificación inmediata y gestión del tiempo, que serán muy útiles, si no necesarias, desde el paso de la niñez a la adolescencia y en la adultez.
Por último, no olvides poner a disposición de niños y niñas distintos materiales, actividades, objetivos, tareas, juegos… para tratar de escapar de la presión que todas las tecnologías ejercen sobre las personas, y en especial por las más jóvenes, y que de ese modo aunque también se utilicen no se conviertan en lo único, y consigamos de nuevo llenar parques, calles y piscinas de gente.