¿Te cuesta comenzar actividades? ¿Sueles dejar las cosas hasta el último momento? “Procrastinación” ¿Qué es?
¿Hace días que dejaste un vaso de agua en tu habitación y sigue en el mismo sitio? ¿Tienes que hacer un trabajo para dentro de dos semanas y aún no te has puesto a ello? ¿Tu jefe te ha pedido un informe y ni de lejos te has planteado comenzarlo? ¿Te cuesta iniciar actividades y sueles aplazarlas?
Si respondes a dichas preguntas con un sí, que sepas que esto tiene un nombre se llama procrastinación que es el hábito de aplazar las tareas que debes atender por realizar otras irrelevantes o más agradables. Según la Real Academia Española (RAE) se trata de la tendencia y el resultado de procrastinar, es decir, de demorar, retardar o retrasar algo.
Por lo tanto, consiste en aplazar el cumplimiento de una obligación o el desarrollo de una acción. Todo el mundo podemos procrastinar nuestras tareas en muy diferentes ámbitos. Por ejemplo, cuándo demoramos la necesidad de recoger la casa, de ir al médico, o en el caso de los niños, cuándo prefieren estar ante la consola en lugar de realizando los deberes. En este caso el pequeño no asume la responsabilidad, sino que la aplaza y remplaza la realización de los deberes por otra actividad más agradable.
Esto último sería la clave de la procrastinación, es decir, es el remplazo de una actividad que necesita de atención y esfuerzo por otra que resulta más placentera, no obstante, la actividad elegida tiene menor importancia, aunque es mucho más agradable. Por lo que se pospone lo importante. Esta conducta es muy propia de nuestra sociedad, sin embargo, no tanto de nuestros padres o abuelos. Todos habremos escuchado de la boca de ellos el “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
¿Cuál es la diferencia entre procrastinar o vaguear?
La gran diferencia entre ambos conceptos reside en la clave explicada en el párrafo anterior. Es decir, ambas se refieren al acto de eludir obligaciones inmediatas, no obstante, el vago lo hace por nada y el procrastinador por una tarea más afín a lo que en ese momento le apetece.
Por ejemplo, el hecho de tener que ponerse a estudiar y en vez de ello, uno se tumba en el sofá y no hace nada, sería propio del vago. El procrastinador encontraría un universo de posibilidades para hacer antes que ponerse a estudiar. Esa es la gran diferencia.
Realmente se puede decir que la persona que procrastina busca de manera inconsciente el modo de darle emoción a la vida cotidiana. Es más, normalmente saben perfectamente qué técnicas podrían aplicar para mejorar la gestión de su tiempo, pero por diversas razones no lo hacen. Podemos destacar entre muchos de los motivos por los que no se ponen a realizar la tarea, dos con un mayor peso, la inseguridad y el perfeccionismo.
Cuando hablas con ellos pueden decirte que no se ven capaces de resolver ciertas situaciones y, por lo tanto, aplazan todo lo que pueden el momento de hacerlas frente. O bien, que quiere realizarlo tan bien que se quedan paralizados ante el reto que este hecho les supone.
En el vídeo del viernes hablaremos de estrategias para poner fin a la procrastinación y dejar de aplazar tareas importantes pero no tan agradables.