Autora: Verónica Palomo
Fuente: El País. Buenavida
«Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños, pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes», dijo el novelista inglés Charles Dickens. Frases como esta se suben a las redes sociales continuamente y nadie duda ni un minuto en darles un like, compartirlas y retuitearlas. No sabríamos asegurar si invitan o no a la reflexión, pero de lo que sí hay certeza es de que nos hacen quedar bien, como maestros en el arte de la psicología. Para ser sinceros, a todos nos gusta ese postureo que nos vende a los demás como personas sensibles, justas y coherentes que no necesitan machacar al resto para demostrar lo mucho que valemos. Porque, ¿qué tipo de persona es tan ruin para hacer eso? Pues seguramente tú mismo.
Sí, en algún momento de nuestra vida todos hemos tenido inseguridades, y es justo reconocer que cuando nuestra autoestima se ha visto afectada hemos terminado por atacar al otro. ¿Cómo? Pues bien con la crítica, bien con el desprecio o bien con un alarde de superioridad que en realidad enmascara lo pequeños que nos sentimos por dentro. ¿Qué esa persona a la que tienes que entrevistar tiene un currículum más impresionante que el tuyo? Le dices: «Mira, lo siento, es que no terminas de encajar con el perfil que estamos buscando». ¿Qué esa famosa posa en Instagram con un cuerpo de infarto? Le contestas: «Estás delgada, pero tienes celulitis». Y así, te quedas (aparentemente) tan a gusto, mientras que el receptor de tus amargos comentarios se desinfla. Por eso hay que ser cauto y antes de que llegues a creer que los demás lo hacen todo mejor que tú, párate a pensar. ¿No será su actitud la manifestación de una grave inseguridad? Es muy probable que así sea, y es posible que te de lo mismo.
Hay que admitir que no todas las personalidades inseguras se manifiestan de la misma manera, «no siempre van a tratar de hacer sentir inseguras a otras. De hecho, las hay que lo que buscan es el refuerzo de otros para sentirse aceptados por el entorno, llegando hasta el punto de hacer excesivo reconocimiento a los demás por cuestiones que no son significativas («no sé cómo lo haces, yo no podría»). Sin embargo, hay otro tipo de inseguros que desarrollan estrategias, más o menos conscientes, a partir de las cuales aparentan una falsa seguridad. Estos comportamientos pueden resultar intimidatorios hacia otros, haciéndoles sentir incómodos y, en ocasiones, cuestionados o juzgados», explica la psicóloga y directora del Instituto Superior de Estudios Psicológicos, en Madrid, Maribí Pereira.
Estas estrategias nacen de la necesidad de enmascarar sus ansias de reconocimiento y, al final, terminan comportándose de una manera que paradójicamente hace a los demás alejarse de ellos, es decir, lo opuesto de lo que buscan: amor y aceptación. Ese es precisamente el problema de las personas inseguras, que no siempre las ves venir, y cuando ya las ves y comienzas a entender su comportamiento, quizá ya sea tarde, bien porque te han hecho daño o porque ya no puedes ayudarle. Pero sí, hay ciertas actitudes que estas personalidades tienen en común y que pueden ayudarte a detectarlas antes de que te hagan sufrir.
Están en posesión de la verdad, al menos eso creen
Inflarse como un globo hasta el punto de elevarse hasta colocarse encima de un ficticio pedestal y, desde las alturas, dirigirse a los demás, es algo muy típico de las personas que sienten que tienen que encubrir su debilidad. Es la capa exterior de la que ya hablaba Alfred Adler, el psicoanalista vienés que acuñó el término «complejo de inferioridad» (como el que los españoles tenemos en algunas cuestiones) hace un siglo. «Sí, en ocasiones, hay personas inseguras que intentan camuflar esta característica a partir de una apariencia imponente, un tono de voz elevado y un exceso de firmeza en sus opiniones, hasta tal punto que parece que son los dueños de la verdad y no aceptan otro criterio», explica la psicóloga.
Encontrarse con alguien así en el trabajo es complicado, ya que nunca, por mucho que te esfuerces, tu idea va a ser buena o vas a tener razón. Para más inri, si esta persona es un superior, puedes terminar pensando que verdaderamente no sirves para un puesto de trabajo que por sí solo puede llegar a deprimirte. «Son personas que parecen estar siempre compitiendo e incitan a los demás a demostrar sus fortalezas o capacidades, destacando los errores ajenos para poder reafirmarse a sí mismos. En este caso, se suele hablar de perfiles de personalidad con una profunda inseguridad y una baja autoestima que construyen un sentimiento de superioridad como mecanismo de defensa que les ubica en ese lugar de gran omnipotencia, de saberlo todo y de estar por encima del resto de los mortales para evitar experimentar su verdadera fragilidad y desvalorización», indica Pereira.
Expondrá sus logros constantemente o no lo hará nunca
La especialista advierte de que no debemos generalizar. Porque es verdad que hay un perfil de persona indecisa que siempre tiene miedos y siente que todo lo que hace es insuficiente; es más, prefiere pasar desapercibida y desaparecer de escena antes de exponerse a cualquier crítica. Pero luego está el otro tipo de indeciso, el que necesita remarcar una y otra vez sus logros para obtener refuerzo del entorno, ya que es la única forma en la que sostiene su autoestima. La especialista explica que estos diferentes comportamientos «van a depender de nuestros rasgos de personalidad, nuestra crianza, nuestras pautas de conducta y nuestra experiencia previa».
Relacionando con el tipo de apego que has tenido de pequeño y la inseguridad que presentas de adulto, un estudio llevado a cabo recientemente por el profesor Ramazan Akdogan, de la Universidad de Anadolu (Turquía), vinculó a las personas que se habían criado en un apego inseguro con una predisposición a la soledad, ya que estas personas, al necesitar constantemente sentirse importantes, terminan teniendo muchas dificultades para confiar en los demás. No pueden mostrar su debilidad en ningún momento porque esto provocaría que otras personas entraran en su vida y se dieran cuenta de la situación.
«Otra vez me toca ir a las Maldivas, qué pereza»
¿Puede algo sacarte más de quicio que escuchar los lamentos de ese amigo o compañero al que este año (de nuevo, pobrecito) le toca ir de vacaciones a Maldivas? Él no quería, han sido su mujer y los niños, que insisten… ¿Y el que se queja del ascenso (él estaba tan tranquilo en su antigua posición en la empresa y ahora carga con esta responsabilidad)? Y te lo dice a ti, que darías lo que fuera por estar en su lugar… Todo esto es falsa modestia, que no hay que confundir con la que muestra, de corazón, una persona humilde.
«La falsa modestia suele ir vinculada a personas inseguras que requieren del refuerzo del entorno, y hay que diferenciarla de la modestia real, aquella en que la persona, consciente de sus fortalezas y debilidades, es capaz de reconocer y apreciar los halagos, pero también de aceptar las críticas y, por supuesto, no necesita irse jactando de sus logros ni va presumiendo de ellos, aunque tampoco los oculta», dice Pereira. Sin embargo, lo que hace el inseguro se llama fanfarronería soslayada. Y con ella busca reforzar su autoestima. «Se da en personas que necesitan destacar y se aferran a la valoración positiva de ser modestos. Así ganan por partida doble: se les reconoce alguna cualidad, pero además obtienen la admiración de otros por ser humildes«, comenta la especialista.
¿Puede el ego estar siempre (aparentemente) por las nubes?
En estos casos, es posible. Ellos son los más guapos, los más listos, los más educados… Todo lo que concierne a su vida y a su físico es siempre en grado superlativo. Lo habitual en el tipo de inseguro del que estamos hablando es que no tenga abuela y, si la tiene, tampoco la necesita para escuchar piropos, porque él o ella se valen por ellos mismos para echárselos encima. ¿Eso quiere decir que las personas inseguras son narcisistas? En psicología es complicado definir qué es causa y qué es consecuencia, y la psicóloga lo compara con la expresión: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?
«Normalmente, cuando hablamos de una persona narcisista estamos ante una serie de rasgos de personalidad basados en un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad de atención excesiva y de admiración, así como una falta de empatía hacia los demás. Estos rasgos evidentemente se consolidan debido a muchos factores, como por ejemplo una excesiva atención en los primeros años de vida o una educación ambivalente en donde hay exceso de alabanzas, aunque también en una crítica severa por parte de los padres, la sensación de haber sufrido abandono o sobreprotección… Todo esto lo que hace es fomentar una inmadurez afectiva basada en el egocentrismo y en la necesidad de ser reconocidos y reforzados por el exterior para sentirse válidos e importantes», indica la experta. Es decir, que como matiza la psicóloga, «no todos los inseguros son narcisistas, pero casi todos los narcisistas son inseguros».
Las excesivas pruebas de amor en las redes los delatan
Quien es discreto con sus muestras de amor, o sea, que no tiene necesidad de publicar un primer plano de los besos con su pareja en las redes sociales, puede percibir chocante que otros no dejen de subir a Facebook y a Instagram toda su intimidad, todas sus muestras de cariño. ¿A quién no se le ha pasado por la cabeza, aunque sea fugazmente, que quizá ellos se quieren más? Curiosamente, todo indica que sucede todo lo contrario.
Un estudio publicado en la revista de la Sociedad Americana de Psicología Social y Personalidad, mostraba cómo está visibilidad excesiva de la vida en pareja puede enmascarar en realidad una inseguridad en la relación. Y, de nuevo, nuestros estilos de apego, si hemos sido criados bajo el apego de seguridad, ansioso o de evitación, van a determinar una mayor tendencia a visibilizar nuestra relación, a tener necesidad de hacerla perfecta ante los demás. La conclusión del estudio es que las personas que tienen esa actividad frenética subiendo instantáneas con empalagosas declaraciones de amor son mayoritariamente aquellos que fueron criados bajo un estilo ansioso, los que necesitan esa seguridad que no tuvieron de pequeños. Si tú quieres dársela de adultos, es una decisión personal.