HAMBRE EMOCIONAL

Gabriela PiedimonteBlog

MINDFUL EATING O ALIMENTACIÓN CONSCIENTE

¿Alguna vez has oído hablar del hambre emocional? Hacemos referencia a ello cuando se confunde ciertos sentimientos o emociones con una falsa sensación de hambre, lo que muchas veces lleva a comer de una manera impulsiva y descontrolada, generando normalmente un gran malestar físico y emocional.

Algunos de los estados emocionales que más habitualmente disparan esta falsa sensación de hambre suelen ser la ansiedad o el estrés, la soledad, un bajo estado de animo o incluso el aburrimiento y el enfado.

¿Por qué ocurre esto? Por varios motivos:

· Porque la comida además de un valor nutritivo tiene un valor hedónico, es decir, disfrutamos comiendo; pero también es un calmante ya que desde que nacemos se utiliza el alimento como uno de los principales calmantes del llanto o del estado desregulado del bebé. De esta manera el cerebro del bebé aprende y recuerda esto y por tanto luego nos lo va a pedir. Es decir, desde que somos niños se establece una relación emocional con la comida, normalmente es el cuidador primario quien nos proporciona esta comida, por lo que se genera una relación de cuidado y protección en torno a la comida.

· Además, conforme vamos creciendo la comida empieza a jugar un papel emocional también en el entorno social, es habitual que esté presente en celebraciones como eventos o cumpleaños, como demostraciones de afecto o a través de regalos, etc.

· Los alimentos a su vez tienen la capacidad de influir a nivel cerebral en los circuitos neuronales mediante el sistema de recompensa, placer y bienestar.

Por todo ello, cuando estamos desregulados por algo que nos ha sucedido o algo que sentimos, necesitamos calmarnos, y el cerebro nos va a mandar señales pidiendo regularse de nuevo. Una de ellas puede ser comer, normalmente cosas que nos gustan, pero en verdad lo que tenemos que identificar en ese momento es qué nos está desregulando para poder atender la necesidad real.

En principio no hay problema en que utilicemos la comida como una herramienta para poder calmarnos, de hecho la alimentación emocional es algo habitual y normal, que forma parte de nuestra cultura. El problema es cuando se convierte en la única estrategia de la que disponemos para calmarnos, ya que cuando esto sucede de manera muy frecuente y descontrolada es cuando puede acabar afectando a nuestra salud emocional e incluso llegar a desembocar en trastornos.

A veces el hambre emocional se convierte en un verdadero problema, llevando a las personas que lo experimentan a sentir gran ansiedad por comer.

Aunque la ansiedad tiene una función adaptativa que nos prepara para la acción, en ocasiones puede volverse patológica si se vive como excesiva en relación a los recursos que creemos tener para gestionarla, desencandenando una elevada sensación de malestar. Frente a ello a veces se utiliza la comida como “vía de escape”, llegando a comer de manera compulsiva o a desarrollar conductas alimentarias de riesgo. La comida funcionaría entonces como un parche o analgésico, que sirve para bajar la sensación de malestar, pero no para solucionar la situación.

¿Cómo podemos solucionar esta situación?

Cuando hablamos de conductas disfuncionales respecto a la comida, como puede ser atracones, comer compulsivamente y/o una elevada preocupación y ansiedad en torno a la comida; es clave ser conscientes de que la comida no es el problema, si no más bien el intento de solución que se ha encontrado hasta ahora, solo que no funciona y acaba complicando más la situación. Darnos permiso para descubrir qué es lo que estamos tapando con la comida y qué quiere decirnos esa situación es una buen punto de partida. Es decir, recuperar consciencia emocional. Algo que está muy de moda ahora es el concepto de mindful eating o alimentación consciente, que consiste en prestar atención a las sensaciones corporales y nos va a ayudar a diferenciar el hambre física del hambre emocional.

No obstante, es importante entender que en ese primer momento la comida nos ayuda a aliviar el malestar, aunque no sea la solución más eficiente, porque si solo retiramos la comida sin tener un nuevo método de gestión emocional sería como quitar el andamio a una casa que se está construyendo y no tiene aun los pilares solidos. Es decir, es imprescindible poder trabajar la gestión emocional, que ayuda a identificar y canalizar las emociones de manera sana. Por ello, si percibes que esto es algo que te cuesta o que podrías mejorar para tener una mejor calidad de vida, se recomienda acudir a un profesional que pueda valorar y ayudarte a mejorar tu cuidado emocional.

Es decir, si te has sentido identificado con este post o crees haber reconocido a alguien en él y no sabes cómo ayudarte o ayudarle, os invitamos a que os pongáis en contacto con nosotras y desde Psicólogos Retiro estaremos encantada de ayudarte.

Laura Goñi Pérez

Nº colegiada: M-27776

Psicóloga con habilitación sanitaria